miércoles, 3 de agosto de 2016


Mallorca, isla de ensueño
Isla maravillosa. No la conocía. De las islas Baleares, conocía Menorca, Formentera, algo Ibiza, y nada Cabrera. En julio, en la primera quincena, viajamos a Mallorca en avión desde Sevilla. Me faltaba la isla mayor, la más bonita según he podido comprobar tras quince días de estancia en puerto de Alcudia, en la zona de Alcanada, al norte del puerto, y cerca de Pollensa y de Formentor, en la parte más septentrional de la isla mallorquina, donde se respira tranquilidad, se disfruta de un mar de aguas azules y transparentes, repletas de praderas de posidonia oceánica, unas plantas que albergan una rica biodiversidad de peces, moluscos y plantas, y donde se refugian los más débiles de los ataques de posibles predadores. Visitamos Sóller y la cala de Tuent, cerca del Puerto de Sa Calobra, en la sierra de Tramontana, que es la más agreste de la isla, y con una carretera endiablada plagada de curvas peligrosas, que suben y bajan, y que no invitan demasiado a volver, a pesar de que las vistas y las calas y lugares a los que llegan, seducen al viajero y le recompensan del esfuerzo y del posible mareo. Desde Sóller bajamos en tren hasta el puerto. Un delicioso recorrido por vía férrea que nos lleva desde la montaña hasta el mar Mediterráneo.                                             El paisaje agrario de Mallorca está representado por los campos de labor, cereales, olivar muy extendido por la parte central de la isla, con unos aceites muy buenos, y la vid, en la parte central de la isla, en Binissalem, y en otras zonas donde el viñedo se está extendiendo, y dando como resultado unos buenos caldos que te ofrecen en los restaurantes, como producto local. Los almendros, los naranjos, las higueras y demás arboles frutales se extienden por el mapa de las isla. George Sand, señala: "He observado el preciado trigo que los habitantes no se creen dignos de comer, es el que se cultiva en nuestras provincias centrales y que nuestros campesinos llaman trigo blanco o trigo de España".  Los quesos de cabra y de oveja, y las sobrasadas que se obtienen de la carne de cerdo son muy sabrosos y afamados. En ganadería, predomina la cabaña caprina y ovina, el ganado porcino, y algo de vacuno y ganado caballar.                                                                                                                                                   Otra tarde nos acercamos a Valdemossa, que era uno de mis sitios a visitar en este viaje. Para ir a Valdemossa tienes que coger desde Alcudia y bajar hacia Palma, y desviarte de la autovía principal a la altura de Santa María del Camí, y pasando por Palmanyola, enganchar la carretera local que ascendiendo te llevará hasta el bello pueblo de montaña, donde nieva en los crudos inviernos, y donde estuvo en 1838 la pareja formada por el músico polaco Frederic Chopin, de 28 años, y la escritora francesa George Sand, seudónimo de Aurore Dupin, de 34 años. Sand escribió “Un invierno en Mallorca” y Chopin que se hizo llevar su piano Pleyel a este lugar de montaña, compuso en Valdemossa, varios preludios, una polonesa, su segunda balada, y su tercer Scherzo. La Cartuja se remonta a 1321, cuando Jaime II, hijo de Jaime I el Conquistador mandó erigir un palacio como residencia de caza para su hijo Sancho. En 1399, el reino de Mallorca fue anexionado a la Corona de Aragón, y Martín I el Humano donó a los monjes de la orden de San Bruno, las posesiones de Valdemossa para fundar la Cartuja que se construyó entre el siglo XV y el XVI (En 1533 se levantarían las torres del ala Sur). Valdemossa es un remanso de paz. Y la Cartuja lo es aún más. De la etapa cartuja que duró hasta 1836, cuando la desamortización de Mendizábal privó a la iglesia de los bienes y del patrimonio que les fue donado o que acumularon de forma avara a lo largo de la historia, nos ha quedado un rico legado histórico y artístico, como la magnífica botica que se creó en 1723. En su libro “Un invierno en Mallorca”, George Sand escribe: “Si lo que he leído sobre Juan de Mendizábal y su existencia política, es cierto, sería másbien un hombre de principios ue un hombre de acción, y, según mi parecer, éste es el más bello elogio que pueda hacerse e su personalidad”.Tras la exclaustración, la botica de la Cartuja continuó funcionando hasta 1895, al no contar la villa con otra farmacia. En 1032 se abrió al público como museo y desde entonces se mantiene tal cual, la utilizaron los cartujos. En la celda prioral una lápida recuerda la estancia del escritor y político Gaspar Melchor de Jovellanos, confinado en el Monasterio entre abril de 1801 y mayo de 1802 por sus ideas al servicio de la ilustración. En la Biblioteca se conservan algunas obras incunables como “Arbre de Sciéncia” (El árbol de la Ciencia) del mallorquín Ramón Llull. Valdemossa está a 17 kms de Palma. Su visita es imprescindible y muy recomendable para el viajero y la viajera. En el Sur visitamos la playa de Trenc,cerca de las salinas de Salobrar, y la calá Mondragó que forma parte de un Parque natural.  En el Norte, esencial Ir hasta el Faro del Cabo de Formentor, el extremo más al norte de la isla, con unas vistas formidables del mar, y  darte un baño en las playas de Formentor, una a Levante y otra a Poniente. Y merece la pena visitar el Hotel Formentor de cinco estrellas, para tomarte un café en la terraza o en la sala del bar, y recrearte en su historia. En ese hotel pasaron algunos días, Winston Churchill, Yaser Arafat, Rainiero de Mónaco, Grace Kelly, y otros famosos. En octubre son famosas ya sus "Conversaciones literarias"a las que acuden prestigiosas figuras de la literatura y de la poesía.                                                                                                                         Palma, la capital, por supuesto merece una o varias visitas. La Seu, la Catedral de Santa María en Palma, es impresionante. Cuando Jaime I armó su flota y se dirigió en 1229, a la conquista de Mallorca, en medio de la mar le sorprendió una fuerte tormenta. El Rey prometió a la Virgen que si salía de aquella con vida, le construiría un templo en señal de agradecimiento. Y dicho y hecho. A principios del siglo XIV se iniciaron las obras de construcción de la Seu. La catedral gótica se terminó a finales del s. XVI. En la parte más antigua, en la zona del ábside, y en la capilla de la Trinidad, están supuestamente enterrados los cuerpos o lo que quede de ellos, de los monarcas Jaime II y Jaime III de Mallorca. La torre del campanario tiene 48 metros, y alberga nueve campanas, la mayor de ellas, “n' Eloi” tiene 2 metros de diámetro y pesa 4.517 kgs.
Entre 1904 y 1905 Antonio Gaudí reformó la parte del crucero central d el templo, Destruyó el Corredor de los cirios, de estilo mudéjar, lo que fue muy criticado, pero le dio una modernidad a ese espacio decorando el presbiterio con placas de cerámica e instalaciones de una barandilla, así como dos baldaquinos sobre el altar mayor, y candelabros y lámparas de hierro forjado, de excelente factura modernista. En 2007, el artista mallorquín Miquel Barceló ha tenido el privilegio de decorar también con cerámica las paredes de la capilla del Santísimo. Una buena parte de los visitantes entran en la Catedral que pasa por ser una de las más grandes y bellas de Europa, para ver las obras de Gaudí, y de Miquel Barceló.
Recorrer las calles de Palma, es un ejercicio de reencontrarte con la historia de los mallorquines, con sus edificios de la época de la catedral, con casas y edificios modernistas del siglo XX, y con todo el sabor de esta bella capital isleña. Hay una Libreria-café “Babelia”, en el casco viejo, que es un refugio cultural que merece la pena visitar. Las obras literarias, las novelas, el ensayo, la poesía, las novedades están perfectamente ordenados, y es un gusto entrar en ese santuario cultural, de los pocos que van quedando. Si entras, no saldrás de vacío, sino que comprarás algún libro para que la obra de ese librero continúe en Mallorca.
Y aquí lo dejamos, recordando mis baños marinos antes de las nueve de la mañana en la playa de delante de nuestra casa de alquiler en Alcanada, en Puerto Alcudia, donde la calma del mar arrulla suavemente los días y las noches isleñas, y donde el disfrute de unos días de vacaciones está asegurado. Y para ello las comidas, con la excelente gastronomía de Mallorca, y las sobremesas con amigos y familiares son esenciales, si queremos cumplir con la máxima que nos acerca a la felicidad diaria: ¡Carpe Diem! y ¡Feliz verano!

























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