lunes, 24 de agosto de 2015

Sierra de Aracena y Picos de Aroche, Huelva.
El Parque natural de las Sierras de Aracena y Picos de Aroche, tiene una extensión de 184.000 hectáreas. Entre los 460 y los 959  metros se eleva este territorio que comprende una treintena de pueblos y numerosas aldeas que conforman esta Sierra en la que predominan los quercus (encinas, alcornoques, quejigos, robles melojos, etc) que conforman la dehesa, y los bosques de castaños que se hallan por encima de los 600 metros, alfombrados por bosques de helechos y otras plantas y arbustos que nos recuerdan paisajes de Galicia, debido a la pluviometría que registra esta zona en otoño-invierno-primavera. Hay zonas de bosques de pinos (piñonero y marítimo). Zonas de olivares que se intercalan en el paisaje. Y los bosques de ribera donde predominan los álamos, el aliso, el arce, el fresno y matorral y plantas de ribera, como la rosa loca cuya semilla roja y negra destaca sobre el verdor reinante, donde la madreselva, la hiedra y otras trepadoras buscan la luz abrazándose a los chopos y elevándose hacia el azul, a través del verde de las ramas y las hojas del árbol matriz.  En esos arroyos hay vida anfibia: ranas, sapos, tritones y algunas salamandras. Pájaros diversos, y algunos buitres y águilas enseñoréandose del cielo. Este fin de semana guiados por nuestro amigo Gerardo que tiene un lugar de retiro  en Fuenteheridos hemos recorrido varias rutas de senderismo y hemos visitado zonas de pueblos como Aracena, Fuenteheridos, Navahermosa, Alajar ( con su iglesia y su peña de Arias Montano iluminada  de noche) Valdelarco, Cortelazor.
Los bosques de castaños que te encuentras por encima de los 600-700 metros son impresionantes. Algunos muestran su alma horadada por el agua y el viento, pero mantienen firmes las raíces en la tierra por las que se nutre el árbol y las ramas que ya ofrecen la capsula verde que oculta el fruto, esa castaña que cuando salta a la vida tienen un color marrón brillante precioso. Los bosques de helechos que alfombran de verde y de marrón pajizo el suelo del castañar y de la ribera de los arroyos. La sierra del castaño se yergue por encima de los 900 metros. Por esos senderos en los que de vez en cuando aparece una construcción utilizada por el lugareño para guardar el ganado y los aperos de labranza, ves carteles de cotos de caza, y por los lugares por los que transitamos vimos huellas de animales y zonas hocicadas recientes donde esa misma madrugada estuvo el jabalí o los jabalíes. Cerca de Navahermosa, recorrimos la ribera del arroyo dundun que va a confluir con el ribera de Huelva. La ribera del Valdelarco nos ofrece también un paisaje magnífico de bosque de ribera,  Hemos visto como la mano del hombre trabaja y labora estas riberas y procura mantener limpias la acequias para que el agua discurra con normalidad y pueda llegar a las huertas de las diferentes suertes de los correspondientes propietarios. Si se llama suerte a la finca determinada porque cuando los romanos colonizaron estas tierras (en la ribera de Valdelarco queda buena parte de una calzada romana que se hizo hace dos mil años para unir Navahermosa con Valdelarco) echaban a la suerte de los dados, el reparto de las fincas y quien ganaba decidía que finca o suerte se quedaba. Los hortelanos, los pequeños agricultores y ganaderos que quedan en la sierra mantienen vivo el medio rural cuidando de sus pagos, aunque sería necesario que los jóvenes, sus hijos, continuasen con la labor, pues sino nos tememos que la sierra se irá muriendo, y estos senderos y caminos que usa el hombre para desplazarse de un sitio a otro para atender a su ganado, y a su huerta, o suerte donde tiene encinas, castaños, alcornoques que muestran sus diferentes colores marrón rojiza la piel y gris la corteza con varias capas fruto de los descorches que se hacen cada 9 años, algunos lo adelantan a los siete, y de donde obtienen el corcho que lamentablemente suele venderse al exterior para que el valor añadido de esas cortezas se quede fuera de Andalucía. Hemos visto intentos de elaborar y fabricar corchos en el Pedroso y en Cazalla, en la Sierra Norte y creemos que en Aracena y en Galaroza se intentó desarrollar este tipo de industria del corcho, pero los aventureros que lo hacen desisten enseguida. Si quedan algunos, que quedarán, ánimo y luchar por esta parte de nuestra economía rural que genera riqueza. ls castañas, la rica variedad de setas que produce la sierra y que origina que avanzado el otoño la sierra se pueble de visitantes que vienen a degustar los diferentes platos exquisitos qu tienen como base, la tana (amanita cesráea), el tentullo (Boletus aéreus), níscalos, galipiernos y toda la extensa variedad del reino fúngico. Para que hablar de los cochinos que se hallan diseminados por las suertes o fincas de la sierra, y cuyos productos cárnicos aparecen en todas las cartas gastronómicas de los bares y restaurantes serranos, con el jamón de ibérico de bellota como principal embajador, al que siguen el morcón, carrillera, entrañas, pluma, solomillo, chorizos, morcillas, lagartos, etc.
Los caseríos de estos pueblos emergen con su arquitectura blanca de entre el manto verde de la sierra mostrando sus tejados rojizos acabados con tejas árabes., y por encima de éstos, se yerguen  las torres barrocas y/o mudéjares de las iglesias cuyas campanas recuerdan a los habitantes y visitantes que el tiempo horario se mide por horas, por medias y por cuartos y el sonido del bronce o metálico así nos lo recuerda durante el día. Las calles y las plazas, las fuentes como la de los doce caños de Fuenteheridos, que engalana la plaza del Coso, y un zócalo que nos recuerda que la fuente se construyó en 1903 y que esa agua mana del acuífero que hay debajo por donde transita el río Muérdago. De día los pueblos están llenos de vida de los propios habitantes y de los residentes que tienen una segunda vivienda o de quienes han alquilado una de ellas por unos días, para "retirarse del mundanal ruido y seguir la senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido". DE noche el fresquito hace que tengamos que ponernos el jersey o la rebeca, si no queremos pasar algo de frío, y que agradable es esto, cuando vienes de un mes de julio y algunos días de agosto verdaderamente sofocantes y calurosos, en los que no pudimos dormir bien. Seguid disfrutando del este agosto que entra en su recta final, pues al término de esta semana, el calendario nos recordará que setiembre está a la puerta llamando para que retomemos, mal que loes pese a muchos, nuestras actividades ordinarias y extraordinarias, quien tenga trabajo lo celebrará, quien no lo tenga seguirá buscando, o dejara que la suerte y el zar le sean propicios, aunque fiar tu actividad a que te llueva del cielo, no sea una buena recomendación. La tierra debe ser para quien la trabaja, como así ocurre con estos hombres y mujeres de la sierra de Huelva que se lo curran para ofrecer unos excelentes tomates, berenjenas, pepinos, pimientos, patatas, etc a quienes vienen de la ciudad y reparan en la buena calidad de esos productos criados con amor y esfuerzo. Comprándoselos a ellos, y parando en bares y restaurantes contribuiremos a que los habitantes de las sierra puedan seguir viviendo y manteniendo  el medio rural vivo. ¡Salud y felicidad para disfrutar de lo que queda de agosto!















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