martes, 25 de agosto de 2015

Más libros, más libres.-
"Este viaje de mil leguas empezó con un paso " (Lao Tsé)
Esta máxima viene bien repensarla a todos aquellos que pretendemos defender una vida más lenta, unos ritmos más propios de la naturaleza humana que es sensible a toda la maravilla natural que le rodea, sea la maravilla humana o sea de otra especie, o incluso sean maravillas no naturales como las obras que han creado y construido los hombres y mujeres que nos han precedido en el tiempo, en la historia de la Humanidad. La historia de la Humanidad comenzó con un viaje de muchas leguas quizá, o con unos cuantos seres asentados en un espacio reducido que tenían capacidad de hacer con las extremidades y de pensar con la cabeza, como resolver los problemas que les planteaba la vida y la supervivencia den un mundo hostil con muchos predadores al acecho. nada que ver con las historias que nos cuentan los libros religiosos de aquí y de allá, cada uno con su génesis particular. Al parecer, sólo tres de las grandes religiones se asientan en libros sagrados en los que están las diferentes verdades y los diferentes dogmas que sustentan esas religiones: La Biblia, el Corán y la Torá, es decir, el cristianismo, el islamismo y el judaísmo. Seguramente hay otras religioes que también  se asientan en sus particulares libros y otras grandes y pequeñas religiones que carecen de libros sagrados: el Hinduismo, el budismo, el jansismo.
Pero los libros siempre han estado ahí, desde la invención del pápiro y más tarde, del pergamino. "Cuando se despertó el libro seguía ahí" . Lo había abierto la noche anterior, leyó unas cuántas páginas hasta que el sueño y el cansancio vencieron su deseo, y acaso resistencia, a querer seguir leyendo. Los lectores de periódicos, ya vamos quedando pocos, somos una especie en peligro de extinción, solemos dar prioridad a estas publicaciones diarias que nos acercan al acontecer del mundo según la interpretación y la selección de hechos y de sucesos que hace cada medio escrito, radiofónico o hablado, pero, una vez satisfecha la curiosidad de saber ¿que está pasando? pregunta con la que facebook nos asaetea permanentemente, sin pausa, la mujer y el hombre lectores de periódicos tenemos necesidad de ocupar algún momento de cada día irrepetible al noble y civilizatorio arte de leer un libro, o mejor dicho, parte de un libro, pues un libro da para varios días o semanas, o meses.
Y el verano que se va reduciendo, se va apagando, es una época ideal debido a las vacaciones que generalmente disfrutan la mayoría de los mortales, otros las cogen en otros meses y épocas, y es en estos días largos del verano cuando las personas amantes de la lectura procuran encontrar huecos entre las atenciones perentorias de los smartphones, de las tablets, de los ordenadores personales, de la tele, ya menos, para buscar un lugar del día donde sin molestias externas poder leer un libro. Podemos leer en silencio (la música callada, la soledad sonora) o escuchar música mientras leemos, generalmente música instrumental, música clásica que nos permite no perder el hilo de la lectura, porque si nos ponemos de fondo hip-hop, rap, rock,  o pop, tenderemos a distraernos con las letras y no leeremos con la atención precisa y suficiente.
Yo este verano y casi todos los veranos, y casi todos los otoños, inviernos y primaveras, he buscado y busco la complicidad de la primera hora de la noche. Cuando mis seres queridos se han retirado a descansar, salvo esas noches en que el amor demanda caricias y atenciones, para poder entregarme al sano y noble placer de la lectura, y es difícil.
Este verano me he acompañado de algunos buenos amigos, los libros y sus autores, para gozar con las historias y los relatos, los diálogos, los monólogos, las descripciones, las situaciones y las relaciones que entre los personajes el autor o la autora plantean a lo largo y ancho de la obra. Y ahí ando dividiendo mi tiempo entre lecturas varias como son. "Así empieza lo malo", de Javier Marías;  "Suite francesa" de Iréne Némirovsky; "Elogio dela infelicidad" de Emilio Lledó; "Desaprendizajes" de José Manuel Caballero Bonald; "El legado de Europa" y "La partida de ajedrez", ambos de Stefan Zweig; y "Don Quijote de la Mancha" en edición de la Real Academia, adaptada por Arturo Pérez Reverte, que no es la versión de Azorín de hace una centuria, que ahora trata de recrear aportando su sello personal, el escritor Julio Llamazares con su serie periódica "El viaje de Don Quijote" que desde el día primero de agosto publica a diario "El País"; y también releo, buscando huecos en estos días de verano "Siddharta" de Herman Hesse. Estos son mis amigos del verano, además de mis seres queridos y mis amigas y amigos que acaparan buena parte de mis sentimientos y emociones. ¡Agosto se va despidiendo, aprovechénlo, Salud y Feliz verano!



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