miércoles, 1 de abril de 2015
Semana Santa
Dias ilusionantes éstos de la Semana Santa. Media España se pone al servicio de las hermandades y de las Cofradías, de los Santos, de los Cristos y de las Vírgenes, de los Pilatos y los caifas de turno, las borriquitas, los olivos, etc.Los tres primeros días, muchos nervios, se va al trabajo, pero la vista está puesta en el ecuador de la semana. No se rinde en estos días laborables. La gente está ida, pensando en ir a ver ésta u otra Hermandad, ésta u otra Cofradía, éste o aquel Cristo, ésta o aquella Virgen. Hasta mediodía parece que funciona la vida a medias, pero a partir d emediodía, la mayor parte del personal se quita de en medio. El calor, la calor ha sido y está siendo un inconveniente para los nazarenos, para los costaleros y para cuantos procesionan, incluidos los que van delante luciéndose, la Guardia Civil, tiene que ir acompañando a los pasos. Y detrás de los pasos los músicos, música sería y fúnebre con los Cristos, pero tras los palios música alegre y festiva, y las plañideras, las mujeres y hombres que van como armaos protegiendo a su virgen, a la Virgen y a los pasos del barrio. Todos los barrios de la capital, o casi todos vienen desde la periferia hasta el Centro para acompañar a sus imágenes adoradas, queridas, respetadas. Llega el miércoles Santo. La gente se ha despedido del trabajo hasta el lunes. Pasar una buena Semana Santa. En las casas donde alguien de la familia sale a procesionar, todo son nervios. Está planchada la túnica, el capirote (el año pasado me hizo daño en la frente). "Ten cuidao hijo con el cuello, le dice la madre al joven costalero, el año pasao te salió un morcillón que tardó en bajar más de una semana". Y las jovencitas y las mujeres adultas luciéndose con sus modelitos, sus tacones bien altos, sus minifaldas, sus shorts. Y los hombres y los jovencitos clásicos con sus chaquetas clásicas azules, trajes grises, pelo engominao, frente a otros jóvenes con vaqueros, con camisas, o camisetas con leyendas en inglés, o en japonés. Los olores de la Semana Santa, el azahar, el incienso, la música de las diferentes bandas, la música de capilla en los pasos de Cristos más severos, y hermandades más serias. Y la gente desparramada por las calles y plazas. Los guiris yendo de aquí para allá, sin entender porqué se va de aquí para allá. Los bares y cafeterías y restaurantes haciendo el agosto, o mejor, el abril. Y en aquella plaza, o en aquella calle estrecha, con los varales dando casi en los balcones, una saeta rasga el cielo y ese quejío se mete en el alma de los que están muy cerca, tiempo de pasión, de recogimiento interior, de fiesta y de alegría, de beber en los bares con los amigos, de pedir unas tapas a ser posible sentados porque luego hay que seguir andadndo y andando y recorriendo kilómetros detrás de una imagen de Montañés o de Juan de Mesa, Juan Bautista Vázquez o Castillo Lastrucci, o Luis Alvarez Duarte. LOs negritos el jueves santo, y las mantillas y peinetas y vestidos de negro que hacen tan elegantes y esbeltas a nuestras mujeres. ¡Quien no ha visto Sevikla no ha visto maravilla!
Descansemos un poco, meditemos un poco, sosegemonos un poco, vivamos estos días bien tras los pasos, bien en casa leyendo o escribiendo o contemplando como las golondinas llegan de nuevo en busca de su nido, o relajémonos en la playa, que hay mucha gente que aporvecha estos días para huir en busca del azul del mar que consigue calmar nuestro estrés y nuestro trepidante ritmo de vida. El azul del mar. "La imagen del Manuel, al que le cantan la Saeta de Serrat, en la madrugá de Sevilla, la Macarena y la TRianera las cervecitas de día y de noche, y los cafés y los churros de madrugá. ¡Semana Santa, ahí es ná! ¡Carpe Diem!
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