domingo, 29 de marzo de 2015
HUIDA AL DESIERTO
Con Angeles, mi esposa, cuñados, amigas y amigos hemos viajado una semana al desierto. De Sevilla en avión a Marrakech. Y de allí en coches emprendimos la ruta de Ouarzazate, ascendiendo por el Atlas. Hicimos noche en Telouet, en un hotel de montaña, pues la poblacón se halla a 1.900 metros de altura. Llegamos cansados del viaje con frío y lluvia en la carretera que asciende por curvas y zona de asfalto estrechadas, por donde tienes que ir con cien ojos para evitar al que viene y adelantar con cuidado en los pocos lugares donde la cinta blanca es discontinua. De telouet descendimos del Atlas nevado, cubiertas las montañas con un manto blanco, descendiendo por el Valle el río Draa, pasando por Zagora, Tamegroute, Tagounite, saludando al "Guardían del desierto" esa montaña cónica que nos dala bienvenida si vienes en son de paz, un largo camino hacia el desierto, hasta llegar al oasís de Bounou, cerca del de M´hamid, donde concluyen las kashbas y se abre la ruta de Tombuctú y del desierto. Unos días maravillosos, de soledad, silencio, conversaciones en español, en catalán, en árabe y en beréber. A determinadas horas del día, el almuédano o muecín irrumpía desde el alminar de la mezquita con sus cànticos y oraciones, y entonces, por respeto a la gente que nos recibe con hospitalidad, conversación y escuchábamos. Hemos madrugado para ver salir el sol desde las dunas, y hemos acudido a la caída de la tarde a las dunas para, desde las formaciones arenosas más altas, ver despedirse uno de los días de nuestra vida, en el que nos hallábamos muy lejos de casa, pero muy a gusto disfrutando de otras formas de vida distintas a la nuestra. Y hemos estrechado lazos de amistad con Hassam y con Aixa, con Marianne y con Asiz, con Ibrahím que a sus 85 años sigue cuidando cada día su huerto y sus palmeras. Y nos hemos reído y hemos cantado, y en el interior de la casa de adobe del Ksar de Bounu, donde habitan una decena de familias, y no pasarán de 40 habitantes sus moradores, en una noche de música, tocando tambores bereberes, hemos conjugado canciones con letras árabes y beréberes, con fandangos de HUelva, sevillanas y algún canto operístico para amenizar una velada muy entrañable en la que españoles y marroquíes participábamos de un sentir común, estrechar el conocimiento y la amistad de las personas y de los pueblos. Salud a todos los habitantes de los oasís y del desierto, salud a todos los marroquíes, y salud a los habitantes de Andalucía, de Cataluña, del resto de España, separados por el Estrecho, aunque es mucho más lo que nos une, que lo que nos separa. Salud a todas las mujeres y hombres de buena voluntad, en este inicio de la Semana Santa española. De este viaje os iré contando algunas cosas que os asombrarán, como nos han asombrado a nosotros.¡Salam Aleikum! para los guardianes del desierto y Salud y Felicidad para los que vivimos al norte del Estrecho.
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