martes, 20 de junio de 2017

Joaquín Sabina: "Lo niego todo"

Joaquín Sabina llenó el espacio dispuesto en el estadio Olímpico de Sevilla, el pasado domingo 18 de junio. Unas 12.000 personas abrrotaron el espacio dispuesto por la organización para este concierto que comenzó pasadas las diez de la noche con el mercurio marcando digitos calenturientos de 37 grados C. Alusiones a la alta temperatura y bromas con la voz desgarrada característica del artista, que aunque ha perdido sigue aguantando el tirón: "En el contrato me dijeron que por la noche refrescaba en Sevilla. Esta ciudad es tal para los sentidos , que hasta el sudor huele a Chanel 5".
Ya pesan en su cuerpo los 68-69 años del maestro de Úbeda, Jaén, que ha llevado su música y sus letras hermosas y pegadizas (creadas en Madrid fijándose y viviendo las oportunidades que ofrece una gran capital) por toda España y por varios países de América Latina, como México, Argentina, Uruguay, Chile y otros. Sabina cantó con la voz quebrada temas de pie en el escenario moviéndose por el espacio sin tratar de imitar a Mikel Jaegger, pero manteniendo el tipo. Luego se sentó en un tabutete para tocar las diferentes guitarras que sacó a escena, señalando que su geriatra le aconsejaba sentarse para no cansarse demasiado. La primera parte tocó temas de su último trabajo discográfico: "Lo niego todo", algunos de cuyos temas fueron tarareados por parte del público, un público senior,  pero tambiém medio y juvenil, cantidad de jóvenes de veintitantos, treinta y tantos y cuarentones y de ahí para arriba, y muchos se compraron el caracetrístico bombín que se vendía a la entrada como las banderas y bufandas en los accesos a los campos de fútbol. La gente le cantó, le vitoreó, y le faltó decirle: torero, torero, no sé si porque lo de la tauromaquia es políticamente incorrecto, o por la presión de algunos bárbaros incivilizados e inhumanos, que aunque se creen muy humanitarios, gozan y se alegran en las redes bárbaras, con la muerte de un torero como acaba de ocurrir con la muerte del vasco de Orduña, Iván Fandiño, cogido de muerte cuando hacía un quite por chicuelinas en una plaza del sur de Francia. Esta gentuza que se alegra de la muerte de una persona, no merece más que el desprecio de la Humanidad de la que no forman parte. Los músicos que acompañan a Sabina interpretaron varios temas: Pancho Varona "La del pirata cojo", Marita Barros "Hace tiempo", compuesta por Sabina tras una conversación y anécdota de Joaquín con García Márquez; Antonio García de Diego cantó "Ala orilla de la chimenea" y Jaime Asúa "Seis de la mañana". Pero cuando el estadio vibró fue en la segunda parte con las canciones cuyas letras van impresas a fuego, drogas, alcohol, sexo y rockanroll: "Y nos dieron las diez", "Ahora qué", "Una canción para la Magdalena", "19 días y 500 noches"; "Por el bulevar de los sueños rotos"; "Noches de boda", y "Princesa", entre otras inolvidables canciones cuyas letras fueron coreadas por el público y recibidas con satisfacción por el cantante que cerró con bises y cerró con:"Pastillas para no soñar". Tal como vimos a Joaquín Sabina, con 68 cumplidos y una mala salud de hierro, creo que le quedan unos pocos años más en los escenarios, no muchos, ojalá me equivoque y podamos seguir oyéndole en directo otros diez años, pues quien no se emociona con: "con un corazón tan cinco estrellas, que hasta que el hijo de un dios, que la vio, se fue con ella, y nunca le cobró, la Magdalena".  ó "Donde habita el olvido": Una vez me contó un amigo común que la vio donde habita el olvido".



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